Dios les bendiga a cada uno de ustedes son mis deseos. Les saluda su hermano en Cristo Paúl Torres.
En esta ocasión quiero compartir mi testimonio acerca de lo vivido hace unos meses con respecto al coronavirus.
Antes que nada, quiero compartirles que yo nací en un hogar cristiano, desde muy pequeñito mi papá y mi mamá me llevaron a la iglesia. Crecí bajo la misericordia de Dios y logré obtener ministerios de parte de Dios, pero desde hace 10 años más o menos venía llevando un Evangelio a mi manera, prácticamente acomodado.
Hace unos meses me dio el coronavirus y la pasé sumamente mal. Me dieron 12 enfermedades al mismo tiempo, entre ellas baja de presión y azúcar alta, enfermedades que nunca en mi vida había padecido. Gracias a mi Padre celestial en la cuadra donde vivo también vive un doctor, prácticamente a media cuadra de mi casa, el cual me atendió en la segunda semana que me puse peor.
Una mañana me sentí con un dolor fuerte en lo que es la parte de la espalda y un poquito de temperatura lo cual el siguiente día lo sentí más fuerte y así sucesivamente. Cuando ya llevaba casi una semana, me comenzaron vómitos intensos y la fiebre ya muy alta de 40 grados, y ya nada de las pastillas que estaba tomando ni las inyecciones me llegaban, fue cuando decidí buscar ayuda médica.
Quiero contarles que pase 5 días sin comer ni tomar ningún tipo de líquido, ya que todo lo que ingería lo vomitaba, y aun lo que ya no tenía no sé ni de dónde me salía para expulsar a cada momento. También pasé 5 días, las 24 horas, sin poder dormir y menos recostarme en la cama, ya que solo podía estar sentado producto del fuerte cansancio, si me acostaba me asfixiaba.
El primer día que me dijo el doctor que me le morí en su consultorio, me dijo que me trasladaría a un hospital, y comenzó a mencionarme una serie de departamentos en donde hay hospitales, y yo le dije que no.
¿Entonces te vas a morir aquí?, me respondió él, y yo le dije, si me voy a un hospital de esos solo a morir voy, puesto que es lo que opina el 90% de la población acá. Y le dije, me quedaré primeramente en las manos de Dios y después en las suyas.
La debilidad era tan grande producto de los males de sudor y del vómito y la diarrea implacable, que llegué a caminar cuando iba para donde el doctor pasito a pasito como un ancianito de 90 años. Pase canalizado 8 días producto de las fiebres de 40 grados que no me salían con nada, y la infección renal que me dio que en esos días se me agudizó.
Vi la muerte dos días seguidos, dice el doctor que me le morí dos veces en su consultorio. Lo que sí recuerdo es que un viernes yo comencé a perder la vista, comencé viendo amarillo y más bajito, más bajito, hasta que se me oscureció la vista y sentí desplomarme, ese día le dije a mi Dios que no me permitiera irme, que yo le iba a servir todos los días de mi vida a cómo debía ser.
El siguiente día, que fue sábado, me volvió a ocurrir lo mismo y volví a clamarle a él y le dije: “Dios, no permitas que me vaya. Si me das la vida, voy a predicar tu palabra sin importar el lugar donde sea, voy a llevar tu palabra a los perdidos, permíteme hacerlo, te lo ruego”. Y fue así como Dios me regreso a la vida, prácticamente me sacó del Seol, tal y como dice el libro de Job. Fue de ahí que hice un pequeño tema, que voy a compartir a la final los textos bíblicos.
Hoy estoy convencido de que muchas veces, o más bien siempre, Dios obra para bien, y que de muchas maneras habla Dios al hombre, como dice su palabra, pero muchas veces no entendemos y Dios permite llevarnos hasta estos puntos porque él tiene un plan para nosotros, y no quiere que nos perdamos. Hoy día mi mayor anhelo es servirle hasta el último día de mi vida, y estoy luchando por agradarle a él y luchar en contra a un de mí misma carne. Cada vez que viene un pensamiento negativo a mi mente, recuerdo los momentos más difíciles que pasé con esa enfermedad, y pongo los dos cantos que yo ponía y repetía cada momento cuando estaba en esa situación, los cuáles me ayudaron mucho, y las oraciones de mis seres amados y hermanos en Cristo que estuvieron pendientes clamando a Dios por mi vida.
Dios les bendiga y gracias por leer y permitir compartir con ustedes este testimonio.
Salmos 56:13 RVR1960
“Porque has librado mi alma de la muerte,
Y mis pies de caída,
Para que ande delante de Dios
En la luz de los que viven”.
Salmos 30:3 RVR1960
“Oh Jehová, hiciste subir mi alma del Seol;
Me diste vida, para que no descendiese a la sepultura”.
Salmos 86:13 RVR1960
“Porque tu misericordia es grande para conmigo,
Y has librado mi alma de las profundidades del Seol”.
Salmos 118:17-18 RVR1960
“No moriré, sino que viviré,
Y contaré las obras de JAH.
Me castigó gravemente JAH,
Mas no me entregó a la muerte”.
Job 33:14-21 RVR1960
“Sin embargo, en una o en dos maneras habla Dios;
Pero el hombre no entiende.
Por sueño, en visión nocturna,
Cuando el sueño cae sobre los hombres,
Cuando se adormecen sobre el lecho,
Entonces revela al oído de los hombres,
Y les señala su consejo,
Para quitar al hombre de su obra,
Y apartar del varón la soberbia.
Detendrá su alma del sepulcro,
Y su vida de que perezca a espada.
También sobre su cama es castigado
Con dolor fuerte en todos sus huesos,
Que le hace que su vida aborrezca el pan,
Y su alma la comida suave.
Su carne desfallece, de manera que no se ve,
Y sus huesos, que antes no se veían, aparecen”.